María Zambrano en su libro Los bienaventurados ha descrito la fisonomía interior de quien vive en esta condición concreta de exilio. El profundo sentido de orfandad, por ejemplo. La presencia de los padres, de la tradición misma, ha desaparecido. La historia ya no te pertenece, siempre tienes la sensación de flotar por encima: una historia líquida, huidiza, que no te sostiene. La experiencia del desarraigo hace del exiliado alguien proclive a las visiones: esta disposición es, al mismo tiempo, distracción, divertissement interior, actitud melancólica y búsqueda de una proximidad con el lenguaje y sus límites.
Estrecho de Gibraltar. Playa de Malabata. Desde Tánger, Marruecos, Europa al fondo |