"Finales de enero de 1610. Desde hace ya varias noches, en la campiña de Padua, Galileo apunta su anteojo hacia la Luna. Las variaciones introducidas en la disposición de las lentes, el haberlas reforzado, ha permitido hasta ahora, observar al satélite terrestre como si apenas estuviera a una distancia similar a dos radios de la tierra. (...) Noches de finales de enero de 1610. Campiña de Padua. El cielo pierde su pretendida perfección. La exploración cosmográfica comienza su aventura. De ahora en adelante, leer el libro del universo es asomarse al vértigo".
Restos de graffiti sobre alumbrado público,
Cornellá de Llobregat, 2011